Ha llegado el momento de aprender a venderme.
Ala, ya lo he dicho. Uff… suelto la palabra y me suena mal, fatal, fría.
Y pongo venderme y no escribo promocionarme, o puclicitarme, por ir directo al fondo de la cuestión. Que «venderme» me suene mal, fatal, frío tiene mucho que ver con el quid de la cuestión: que me esté costando llegar a vivir de mi profesión.
Sí, está siendo apasionante sí, y está siendo complicado. También.
Hace tiempo que vivo emocionalmente de lo que me apasiona, pero quiero hacer un paréntesis para quienes me decís que no paro, que parece que me vaya genial: económicamente cuesta, y mucho.
En mi compartir siempre he tenido claro un par de cosas:
La primera, la sinceridad. La apertura a abrirme con todo, con las luces y las sombras. Que elija la luz, lo positivo, como actitud ante la vida, pues me va sinceramente mejor realizando esta elección, no significa que no abrace las sombras, pues es con ellas con las que aprendo, con las que trabajo, y forman parte del camino.
La segunda: soy un enamorado de los soñadores y de los procesos, comenzando por mi, y por el mío, pues siento que puede ayudar a otros a creer, a lanzarse a la aventura de atreverse a ser ellos mismos. Y ello quizá me tiene a veces poco enfocado en los resultados, en metas concretas, en objetivos. Me tiene muy aquí y ahora.
La cuestión es que mi «aquí y ahora» es muy claro: Vivo emocionalmente de mi pasión, y quiero dar un paso más, quiero también vivir desde el sentido económico de ella.
Ah, y por supuesto quiero obviar las dificultades externas. Quiero enfocarme en mi responsabilidad, en aquello que yo puedo hacer para dar pasos hacia lo que quiero.
Así que aquí me hallo y me siento estancado a veces, en este punto del camino. Me cuesta decirle al mundo: aquí estoy y esto es lo que hago. Y lo que hago vale, vale «la pena» y el dinero que sea. Y hacerlo sin vergüenza y sin encogerme.
Me cuesta abrirme a recibir dinero por ello, sentirme merecedor de ello.
Y no. Ha llegado el momento de cambiar esto.
Cada uno de nosotros tenemos una luz, algo bonito y único que ofrecer al mundo. A veces cuesta mucho encontrarlo y cuando se encuentra, creo que tenemos que comprometernos con ello y no escondernos de nuevo.
Sí, me he pasado media vida escondido y dormido, y llevo la otra media despertando, formándome, conociéndome, aceptándome y buscando quién era, y qué quería hacer, cómo quería hacerlo y para qué.
He encontrado el sentido de aquello que hago y a veces siento que solo falta creérmelo. Creer que soy merecedor no solo de atreverme a soñar, y apostar por mi y por mi pasión del todo, y creer que soy merecedor de ganar dinero por ello. Y de vivir bien.
Soy consciente de que no estoy solito en esta dificultad para venderme. Nos cuesta sentir, que valemos, y obviamente nos cuesta decir lo que valemos.
Tengo mucho trabajo por delante, ahora, un paso importante lo he dado ya, y es darme cuenta, y querer ponerme manos a la obra.
Esa es la maravilla de este camino conectado con el corazón.
Que a cada paso aprendo, y vaya, si aprendo.
Te entiendo muy bien Jose. Aunque tú lo escribes mucho mejor que yo jejeje. No sé si conoces a Mónica Fusté. Si no es así, te la recomiendo encarecidamente. En Youtube mismo la encuentras. Un abrazo.