Recuerdo perfectamente cómo me sentía mientras creaba esta imagen.
Hoy, más allá de saber que os miraba a ti, a tu hija, a vuestro gato, aquella mañana en vuestro hogar…
Veo en ella una matriz de tantas y tantas situaciones de intimidad a las que he acompañado…
que me ha apetecido sentarme un ratito en mi estudio, arrancar el día con vosotras y con tantas personas a las que ya he acompañado,
y dejarme sentir.
Todavía me sigo encogiendo de puro agradecimiento cuando me doy cuenta del paso que di un día.
Un día decidí que quería asomarme a lo íntimo en el día a día, en las casas, en las habitaciones, en las cocinas, en los lugares y rincones favoritos de las personas a las que acompañaba.
Un día decidí que el espacio terapéutico, sí, terapéutico, podría tener muchas formas, y no solo la clásica.
Que ser miradxs en vuestros espacios, a vuestra manera, en vuestro día a día, podría ser de las experiencias más bellas y sanadoras que podríais tener.
¿cuántas de nuestras fotografías reflejan cómo éramos en esa intimidad, en ese día a día, con nuestras personas, haciendo esas pequeñas grandes cosas?
Me observo en este espacio que escogí tras el sillón, para darme y darnos cierta distancia, y toco, es que puedo palpar esa relación que se crea a cada instante en el acompañamiento, en la que caben risas, silencios, conversaciones, acercamientos y a veces, también, distancia.
Recuerdo las primeras veces que acompañaba la lactancia. El silencio, la paz que se generaba. Cambiaba absolutamente la vibración del lugar.
Recuerdo las primeras sensaciones cuando era invitado a un hogar, a asomarme a la intimidad. Cuando entraba en una habitación, un espacio ajeno que dejaba de ser ajeno
y pasaba a formar parte del territorio de esa mi mirada, que lo que busca es que os recordéis, que os reconozcáis, tal y como érais, tal y como eran las cosas.
Solo sé que toda esa gratitud, que todo ese amor y respeto a la intimidad de cada ser humano, es el que intento transmitir a través de mi trabajo.
No puedo hacer otra cosa que devolver una mirada de niño curioso, y absolutamente maravillado por lo que tiene enfrente.
Ese es mi cometido.