Acompañar lo que eres. Acompañar lo que sois.
Acompañar como fotógrafo es confiar. Es observar y apoyar. Es decir sí a lo que hay, a lo que eres, a lo que sois. Es invitarte a hacer de ese espacio que eliges para ser miradx, tu espacio. Interviniendo lo mínimo en la situación, no dirigiendo lo que va a ocurrir. Ya es, ya ocurre. Y es perfecto.
Acompañar es caminar al lado, sin prisas, con la mirada curiosa. Acompañar es respirar y escuchar, bailar juntos en la misma frecuencia.
Acompañar es amar el proceso y cuidarlo, mimarlo, más allá del resultado, pues aparentemente el objetivo son unas fotografías, y realmente el objetivo es llevarte, es llevaros una experiencia preciosa y respetuosa en la que os han mirado con amor.
Acompañar lo íntimo, lo cotidiano, lo honesto.
Amo acompañar lo íntimo y lo cotidiano, el vínculo emocional entre las personas en su día a día, la complicidad mientras se prepara un desayuno, las miradas entrelazadas al pasear, el contacto espontáneo de unos dedos que se entrelazan. Como fotógrafo, soy honesto y me comprometo con aquello que de verdad, “me toca”. Amo la esencia de las personas, sus luces y sombras. Amo lo espontáneo, lo verdadero, lo que surge, lo que se da, lo que ocurre sin forzar, lo que no necesita de maquillajes ni artificios. Amo lo que se comparte desde el corazón, amo lo honesto, lo que existe, lo que verdaderamente es.
Mi intención con esta forma de mirar es que os sintáis vosotrxs, que os sintáis libres. Que un día recordéis con esas fotografías las cosas tal y como eran. Y que al veros digáis sí, me reconozco en ellas.
¿Cómo acompaño?
Para acompañar de este modo pongo varios ingredientes en la cazuela.
El primero y fundamental: respirar. Ambas partes necesitamos un tiempo. Delante de mí hay personas, no robots, ni modelos. Personas que quieren obtener unas imágenes espontáneas pero que a su vez no están acostumbradas a que una persona “extraña” se asome a sus vidas, a su intimidad, cámara en mano. Y también, personas que quizá no están acostumbradas a que un fotógrafo no les guíe, a que un fotógrafo simplemente esté.
Así que en el proceso ambas partes necesitaremos de ese tiempo, y de esa puesta a punto de los ingredientes (básicamente, respirar y confiar).
Como resulta que a mí este proceso me maravilla, pondré un grado importante de energía y amor en él, (es a lo que llamo no estar sólo como fotógrafo), pues considero que es la base sobre la que el resultado fotográfico tendrá el grado de naturalidad y de presencia que buscamos. Llegará un momento en el que casi como por arte de magia dejaréis de tener tan presente a esa «cámara con patas», que es lo que al principio veis, y es que habré pasado a convertirme en ese ser que simplemente os acompaña. Ese ser al que en fondo habéis buscado para que se convierta en espejo, como excusa para miraros.
Y sobretodo, recordaremos el proceso como algo bonito en sí. Y las fotos, que era el objetivo por el que nos conocimos, habrán sido una excusa perfecta para, también, pasar regalaros un espacio, para regalarnos un espacio sincero, juntxs, para ser miradas y mirados con respecto y amor.
TARIFAS
Las tarifas de los acompañamientos fotográficos desde este enfoque, a la intimidad y cotidianeidad, para 2022 son:
-A) una sesión de una mañana/tarde (2,5 horas) a una persona + la edición y entrega de unas 40 fotografías aprox = 250 euros (IVA incluído)
-B) una sesión de una mañana/tarde (2,5 horas) a dos personas o una pareja y su peque + la edición y entrega de unas 60 fotografías aprox = 360 euros (IVA incluído)
-C) una sesión de una mañana/tarde (2,5 horas) a un grupo entre 3-6 personas + la edición y entrega de unas 80 fotografías aprox = 450 euros (IVA incluído)
A partir de más personas, o en función de la duración del acompañamiento, si este fuese de más horas, concretaríamos el precio del servicio.
Las tarifas no incluyen gastos de transporte/alojamiento si el acompañamiento se realiza en otras ciudades.