Un paso más. De esos pasos salto. Fotografiar una boda.
De esos que tardarás en atreverte a dar. Pues «no tienes suficiente cámara», pues «no eres lo suficientemente bueno técnicamente», pues te acojona, bla bla bla…
De esos que antes de dar, habrás avisado a todos los que puedan salpicarse con tu salto, no vaya a ser.
De esos que acabarás dando pues resulta que a veces gana tu valiente a tu tímido. Y a ti te gusta saltar.
De esos que una vez dado y aún no habiendo caído en el intento, te mantendrá unos días en un cierto tambaleo: ¿sirvo? ¿no sirvo?
Fotografiar una boda.
Acompañar a dos personas (y a unas cuantas más) en un día no corriente, no cotidiano, que cuanto menos se recordará más de lo «normal», donde ambas dos personas andan dando un paso, o cuanto menos celebrando no un cumpleaños, alrededor de los cuales girarán otras personas para quienes, también (para algunas de ellas al menos) será un día importante…
Un día en el que a tu alrededor aparecerán decenas de estímulos a la vez, donde escucharás a tu mente más de lo normal, y donde dejarte llevar y jugar a lo que te gusta jugar costará un poquito más… parecerá ciertamente más complicado.
Un día en el que las horas del reloj irán pasando casi sin darte cuenta, y casi «sin querer» también irás evaluando el trabajo a medida que vas haciéndolo, y donde recordarás, (y te fastidiará recordar) lo puntilloso que has sido siempre, y exigente; un día donde querrás dejarte llevar y al mismo tiempo «hacerlo bien», donde «hacerlo bien» significa cumplir con las expectativas de dos personas, e incluso querrás añadirás a esa lista a otras…
Todo un reto que como resulta que tu valiente gana a tu tímido (a veces), acabarás asumiendo. Y llegará una tarde tiempo después, recién mostrado el trabajo a los novios, habiendo saltado y no habiendo caído, en el que darás ese paso que también te cuesta. Mostrarlo.
Lo harás, con más reparo de lo más normal pero lo acabarás haciendo, pues mostrar también se ha convertido en parte de tu trabajo. Y también gana a esconder.
Eso sí, un ratito después te sentarás a contar un poco esto que te ha movido, pues te servirá como para asentar, ordenar. Quieras que no es un salto. Y parecerá que al escribirlo se ordene. Y al compartirlo se cierre.
Y en este compartirlo habrás decidido que por ahora continuas con este reto. Fotografiar bodas.
El resultado como siempre es mejorable, y como es natural, irá evolucionando con el tiempo. Sin embargo, hay algo que te dice: continua saltando.
Hay algo que tiene que ver con cómo te moviste, con cómo te relacionaste con las personas, con lo que esas personas te devolvieron, ese día. Que va más allá de ser fotógrafo.
Y eso te hará saltar de nuevo.
Yo estuve en esa boda, así que puedo decir que fuí testigo de tu salto de gigante. Y el año que viene, tú serás testigo del nuestro. ¿A qué no sabes quién soy? ¿O sí? Fotos preciosas. No esperaba menos. Como decía Fernando Pessoa, «para ser grande, sé entero». Enhorabuena, lo conseguiste. 🙂
Jo, me has puesto los pelos de punta.
Sólo me nacería darte un gran abrazo ahora mismo. Como no puede ser, enviado queda.
Mil gracias!!!!
¡Simplemente puedo decir, que me encanta la conexión del Universo! Deseando que llegue el año que viene para disfrutar en vivo y en directo de tanta sensibilidad, arte, creatividad y amor. Besitos risueños
Ana Belén.
¿y esta conexión? … ahora me dejas intrigado… 😉
besitos y muchas gracias por todo el amor que tú también desprendes!
Alicia Andrés me habló de tí y de tu blog, y me comentó que me encantaría porque eras muy parecido a mí, que tenías una sensibilidad especial y que fusionabas la fotografía con la terapia Gestalt. Realmente me fascinan ambas cosas. La verdad es que me encantó, y resulta que este fin de semana hablando con mi amiga Bea, me habla de tí, de que vas a hacer sus fotos de boda, y digo no puede ser, es el mismo… Y justamente el domingo se lo comento a Alicia y me dice: no puede ser lo he visto justamente hoy.
Fue un regalo descubir tu trabajo y tu blog. Ahí está la conexión universal…