Recuerdo en la carrera, la primera vez que escuché hablar de la comunicación no verbal, y de su peso (desde el punto de vista, entonces, del análisis, de la evaluación). No escuché hablar mucho más del cuerpo. El enfoque de la titulación que estudié era más cognitivo conductual, centrado más en lo mental, en las cogniciones y en las conductas, y menos en lo emocional, y en lo corporal. Afortunadamente vendrían después, el teatro, y la gestalt, como sabéis, sendos «antes y después» en mi vida.
Desde entonces, lo corporal pasó a situarse en primer plano.
Ahora con la fotografía, que no deja de ser una extensión de mi forma de ver el mundo, la mirada sobre el cuerpo sigue estando presente.
El lenguaje del cuerpo es más sincero y a la vez no elige tanto cuando y dónde va a expresarse, sino que habla todo el tiempo y en todo lugar.
No necesitamos irnos al territorio íntimo para hablar con los cuerpos. Hablamos con el cuerpo en las calles, en los trenes y en las colas del supermercado.
Hablamos con el cuerpo hasta de espaldas.
Quienes gustamos de acompañar lo humano desde una perspectiva más integradora, huyendo de visiones más puramente racionalistas y/o cognitivas
estamos de enhorabuena, pues existen los cuerpos.
Quienes con la excusa de una cámara fotográfica nos dedicamos a observar, tenemos enfrente a los cuerpos, que quieren contarnos muchas cosas…