mirar como psicoterapeuta

Para reconocerse como terapeuta, como en cualquier profesión, cada día es un paso. Sólo que hay días que se quedan grabados, días en los que parece que el paso es como más grande.

Días que son como una señal. Días que funcionan como empujón…

 

Días como aquel en el que cambié mi elección, cambié mi primera opción que era comunicación audiovisual, por psicología.

 

Como cuando conocí a José Julian, y conecté tantísimo con él, y decidí entrar en contacto con la formación en terapia gestalt.

Muchos días durante mi formación vivencial en el Instituto Gestalt de Castellón. Terapeutas como Carmen Vázquez, Victor Ríos…

 

Hubo también muchos días intermedios, también necesarios. Días tránsito. Días grises. Días de dudas. Quería, no quería. Serviría, no serviría. Me atrevería, no me atrevería.

Costó darme cuenta de que quería ser psicoterapeuta. Costó ver que serviría. Y costó atreverme.

 

A los 30 años, allá por agosto del 2010 lo vi claro. Había llegado el momento de tirarme a la piscina y ocuparme en ser un buen psicólogo. Le escribí una carta a los magos reyes y todo, y eso que era agosto.

En noviembre de 2010 tuve mi primera paciente. Desde entonces han sido varias las personas con las que he tenido la suerte de establecer una relación psicoterapéutica.

 

Cada una de ellas ha sido todo un regalo, todo un aprendizaje. Aclararemos en este punto que obviamente, el psicoterapeuta también se hace. Y lo hace practicando su profesión. Como no, sin dejar de formarse y de supervisarse durante el camino.

Ha sido en el transcurso de este atreverme y practicar la psicoterapia, cuando a la vez comencé a dar mis primeros pasos más «serios» como fotógrafo.

Al principio lo sentía como una interrupción; un pero. Con lo que me había costado atreverme como psicoterapeuta, ahora que había decidido que sí, y va y llega Lactancia, un trabajo, en principio, «fotográfico». Pero pronto comencé a ver las sinergías que podían haber entre psicoterapia, autoconocimiento y fotografía. Comenzaron a ocurrir. Llegaban pacientes que eran fotógrafos. Planteaba un experimento fotográfico con personas desconocidas : «Primera Impresión» y me escribían psicoterapeutas…

Durante un tiempo no vi la integración. Caminaba con un pie en una, y otro en la otra. O eso pensaba. Al estar sólo con un pie en cada una, no acababa de pisar ninguna, con los dos.

 

Ha sido este año cuando he sido más consciente de lo que hoy mismo me decía Nuvia (mi supervisora en la formación en terapia de pareja): mi camino (los dos pies) está en la integración.

Sí, ha sido durante mi formación como terapeuta de pareja (que acabo dentro de un mes), cuando me he dado cuenta de que mi camino no es elegir una u otra (terapia o psicología), sino que está en la suma. ¡En la pareja!

 

Esta mañana ha vuelto a ser uno de esos días que se quedan grabados, de los que hablaba al principio.

Me enfrentaba a una práctica. Durante una hora realizaría la ruta de una primera entrevista en terapia de pareja, con una pareja (no real). Al mismo tiempo, se grababa la sesión y el resto de compañeros tomaban apuntes, evaluaban el trabajo.

Posteriormente había un feedback, no sólo de nuestros compañeros de formación y de nuestras supervisoras, sino de los propios «pacientes».

Hoy salgo reforzado. Satisfecho por haberme atrevido. Por haberlo transitado. Con una libreta llena de anotaciones «amorosas» de mis compañeros, con muchas cosas a las que atender, y también con muchas cosas por las que sonreír.

 

No es nada sencillo el camino como psicoterapeuta. Y quizás por ello hoy puedo decir que estoy muy orgulloso del mío. De haberme atrevido, de andar caminándolo.

Durante mucho tiempo he visto más bien mis puntos débiles, mis «debería mejorar». He sido muy crítico. He intuido los buenos, sólo intuido.

Hoy quizá es el primer día en el que he visto claramente mis fortalezas.

 

En la libreta llena de apuntes amorosos leo: dinámico, energía volcada, interés, implicación, calidez, profesionalidad, seguridad, cercano, recursos, desenvuelto, habilidad, energía, capacidad de subir la energía cuando esta bajaba, creatividad.

Leo que mi don (mi fortaleza) está en la mirada (gracias, Maca).

 

Quizá la integración de ambas, psicoterapia y fotografía (los dos pies en una); el quid de la cuestión está en la mirada.

La leo, escucho cómo resuena en mí: mirada. Y siento que llego a uno de esos momentos click. A un darme cuenta (como le llamamos en gestalt).

 

Y entonces me nace decir, gracias. A todas las personas, a todos los momentos, a todos los días que han ayudado a que hoy pueda decir que me siento también psicoterapeuta.

Qué bien suena. Voy a escribirlo, dejar huella. Como a mí me gusta. Escribirlo es utilizar el lenguaje. Y entonces, queda marcado.

 

Hoy lo firmo y todo.

Jose, el que mira también, como psicoterapeuta.

2 Comentarios mirar como psicoterapeuta

  1. Gemma Pinilla 5 octubre, 2013 at 4:09 pm

    José mira como quieras, pero no dejes de mirar…
    hoy he pensado en ti; estoy convencida de que el aprendizaje habrá sido importante, siento no haber estado presente…

    Un abrazo muy grande y si lo deseas, a ver si encontramos un momento café para compartirlo!!

    Reply
    1. josebravophoto 5 octubre, 2013 at 4:16 pm

      Gracias Gemma,
      Yo también te he echado de menos, la verdad.

      De todos modos, sé que estás en ese empujón.

      Un abrazo enorme, y sí, lo deseo.

      😉

      Reply

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