Llevo un tiempo movido, tras el salto:
Incertidumbres, tensiones, desorden, dispersión mental, pocos espacios que me estoy dando para parar pues ahora hay cosas y quién sabe después, la sensación siempre de mucho por hacer, autoexigencias, la también sensación de que no estoy mimando las cosas como me gustaría, inseguridades económicas, lo que mueve en sí exponerse y compartirse en un camino tan personal y emocional…
Además de toda esa luz que comparto hay sombras, claro que hay sombras.
Estos últimos días ando especialmente sensible.
Hoy volvía a la universidad a visitar a mis ex-compañeros de trabajo, meses después, y me daba cuenta ya del todo de que cerré una etapa.
Hace unos instantes y mientras planchaba me ponía a llorar, sí, muy Almodovar, y sí, llorar, por fin. Ha sido comenzar y me costaba parar, como quien necesitaba soltar, andaba aguantando y no sabe bien por qué.
Las palabras de dos amigas, invitándome a abrazar ese lloro, y la sensación liberadora que estaba sintiendo me han impulsado a coger la cámara, y a decirte, hola Jose, hola tal y como estás.
Os invito a abrazar el miedo y la tristeza como hace unos segundos me invitaban a hacerlo a mi.
Somos un todo.
Duermo abrazada a la tristeza.
Estoy intentando quitármela.
Un beso, Jose.