Uno elige si quiere quedarse en la orilla, contemplando desde la distancia, y desde la barrera opinarse sobre lo que pasaría si, o lo que hubiera podido ser.
Uno elige si quiere probar un sorbo rápido, si mete la punta del pie para constatar el tacto, cómo es por un segundo ese y si, para enseguida volver a la posición cómoda de tierra firme.
Uno elige si quiere meterse del todo y se moja y se embarra, con todas las consecuencias que pueda traer mojarse y embarrarse.
Digamos que he pasado por las tres fases. Y voy y vengo, salto de una a otra. Así es el juego de la vida.
Ahora, tengo muy claro cuál elijo. Cuál escribo en mi cabecera.
Cuál sabe mejor.
Mientras tenga opción a elegir, que suele ser siempre.
Me quedo con la tercera.