Vivimos en un mundo rápido. Bueno, la semana pasada en el norte palentino, sin entrar casi en facebook, y estando, paseando, las cosas no iban tan rápido. Así que corrijo, creemos estar viviendo en un mundo rápido. O, hilando más fino, estamos acelerando al mundo. Un mundo en el que empieza a no caber un tiempo para detenerse y degustar las cosas, pues enseguida deben ya venir otras, y las de ayer ya no valen. ¡No hay tiempo para detenerse!
Incluyo a facebook (y a las redes sociales) en esta aceleración del mundo en la que andamos, pues ya no es que forme parte de nuestro día a día y de nuestra manera de relacionarnos, sino que está tan inmerso (aún no nos hemos dado cuenta), que anda cambiando las reglas del juego, y las perspectivas del tiempo y muchas otras cosas… y no digo ya twitter (no lo uso pero por lo que se dice, aún va más rápido)
Estos días de no facebook me he dado cuenta de varias cosas que me da que están en la base de cierta tristeza que me acompaña este principio de año. Pero bueno, ese es tema de otro capítulo.
La cuestión es que hace unos minutos me encontraba con esta imagen. Me he quedado pensando… ¿cuánto tiempo hace? Y de repente me he dado cuenta de que hace un escaso mes (y en mi mente parecía una eternidad)
Y me ha dado que pensar.
La imagen me tocaba, ahora. Pero parecía que hablar de lo que me ocurría con ella no tocaba, ahora. Cómo hablar de algo que pasó hace ya un mes? En facebook? Eso es ser un nostálgico. Eso es no tener nada de lo que hablar y rebuscar en el pasado.
Y me ha entrado la mediorisa y me he acordado de este blog, donde quizá puedo permitírmelo más…
Tres semanas después de seleccionar 173 fotos, puedo encontrarme de repente con una nueva, que andaba medioescondida, y que de repente puede decirme muchas cosas
Será que soy un nostálgico de los de ahora, y que me gusta hablar de las cosas bonitas que pasaron hace un mes, será que no tengo mucho nuevo que decir ahora, y me ha dado por abrir ese baúl, será que ando cojo de ganas en este principio de año, y quiero que esa mirada se me pegue, y todo lo que veo en ella, así que voy a quedarme mirándole un rato.
Gracias, Román, por abrir los ojos tan bien, y de paso, abrírmelos un poco a mí.
Gracias a esa semana, a la que me gusta mirar, pase un mes, pasen dos.