Estos días atrás he tenido pequeños momentos en los que sí, pero no. No acababa de ser un sí.
Pero hoy sí, siento que por fin ha llegado septiembre. O lo que septiembre significa para mi.
Septiembre siempre fue mi mes preferido. El inicio del nuevo curso.
Recuerdo como uno de los momentos que más me gustaban cuando íbamos con mis padres a Alcampo a comprar los materiales para el cole. La sensación los primeros días, lo nuevo, las libretas en blanco. Para llenarlas de cosas.
Y desde entonces ha venido siendo un poco igual, siempre.
En cambio este septiembre comenzó distinto. Con muchas, demasiadas cosas, la gran mayoría por no decir todas, elegidas. Y Bonitas con mayúscula. Solo que muchas.
Un ritmo que yo mismo venía generando, o vengo, desde que en mi mente estuvo claro mi caminito, y la idea de que (había que) hay que currar mucho para llegar a vivir de ello.
Sólo que en ese camino uno no puede olvidarse de varios verbos importantes, como son parar y respirar. Separarse, hacer otras cosas. Mejorar el manejo de los tiempos para mi, para mi gente, para mi cuerpo. Y descansar, también descansar.
Desconectar para ver con distancia, y disfrutar más de cada cosa que va ocurriendo, que vengo haciendo que ocurra.
Ahora que me he parado a mirarme y respirar, me he dado cuenta de que algo vengo aprendiendo desde que es septiembre, de todo esto. Estoy en ello. Y eso es lo importante.
Así que mi libreta en blanco para este curso va a ser para llenarla de otras cosas. También.
Un curso que insisto, intuyo será muy Bonito (y vuelvo a la mayúscula) en experiencias de esas que os voy contando.
No olvidemos, no me olvide nunca, que vengo luchando para cumplir mi sueño.
Para esa B mayúscula.
Y está ocurriendo.