De un tiempo a esta parte quizá ando muy consciente de cada pequeño pasito que voy dando. Como un pequeño reto. Degustándolo, saboreándolo.
Este era uno de esos pasos-reto. El retrato.
Solos, ambos.
Comprobé que no es nada fácil.
Ahora, fue un ejercicio maravilloso de escucha/equilibrio entre la persona y el fotógrafo.
Aquí más que nunca, ambos se necesitan, se ayudan.
El fotógrafo no es sólo fotógrafo, pues ha decidido acompañar, estar presente, mirar y respirar junto a la persona.
Hacer del proceso un tiempo agradable donde el otro se sienta en confianza para poder ir mostrándose, poco a poco.
Sinceramente estoy contento con el proceso.
Cuando uno está contento con el proceso, suele estarlo con el resultado.
Hubo intimidad, hubo juego, hubo sorpresa, hubo complicidad.
Un verdadero placer, Carmen.