Hacía tiempo, mucho tiempo que nadie me insultaba llamándome «maricón» ni me amenazaba con agredirme por ello: «sabes que te voy a pegar un guantazo y te voy a poner tres ojos». Más allá de las palabras, hacía tiempo que no veía a alguien mirarme desde arriba y con odio.
Ocurrió ayer, en la plaza Huerto Sogueros, y me pilló sensible, muy vulnerable. Acababa de finalizar un taller muy emocionante e intenso, en el que me había vuelto a abrir, en el que nos habíamos abierto, y en ese instante estaba comenzando la experiencia «Mirémonos«, que es en sí una experiencia de máxima exposición y vulnerabilidad.
Por un momento sentí que era una prueba, una prueba para mí, tantos años después, tantas cosas superadas, pues en el fondo sé que no es él, que es una educación, que son muchas cosas, sé que lo mejor que podía hacer era ignorarle y a la vez, no podía ignorarle pues se situaba detrás de mi, y me hacía cosas en el pelo, y nos interrumpía a quienes andábamos mirando, o llegó incluso a empujar el cartel de Mirémonos, y sobretodo, sí, por qué no decirlo, me asustó, pues me recordó muchas cosas (sí, si me lees, también a ti, a quien me pegaste y amenazaste en el cole).
La cuestión es que hoy, respirada un poco la situación, y tras ayer afortunadamente poderlo hablar con varias personas que me apoyaron allí, quería expresar aquí que desde ese pasarlo mal, pues lo pasé mal, pude también colocarme delante de él, respirar lo que estaba pasando y sobretodo, mirar a quien quería mirar.
Uno de los chicos que estaba con él, en su grupo, en ese grupo que aplaudía y reía las gracias al líder, y que no dejaba de decir: «para, va, vámonos, déjale»… llegó a sentarse conmigo. Le dije: ¿quieres que nos miremos? y dijo: sí.
Y pese a que esto no va de ganadores ni de perdedores, en ese instante y mientras rodeados de risas y burlas nos mirábamos, sentí que ganábamos, me vi reflejado en ese chico y en su valentía, saliendo del rebaño y sí, exponiéndose, conmigo.
Así que gracias, valiente desconocido, por acompañarme.
Que nos miremos y que lo hagan dos hombres, pese a la sorpresa de personas a las que se lo he contado después, sigue despertando burla y eso ocurre.
Y eso hay que denunciarlo, siempre.
Al hacerlo recibimos apoyo, y dejamos de estar solos. Mostrarnos, exponernos, abrirnos, claro que sí, mirarnos.
Y una ultima reflexión:
¿ante el odio?
(y aunque a veces cueste) Ante el odio, amor. Más amor. Siempre.
(fotografía en Castellón, 2008)
Bravo y mil veces bravo!!! Hace falta más gente como tú en este mundo.
Fuerza y ánimos, que un absurdo personajillo no pare tu camino!
Enhorabuena por tu valentía. Desgraciadamente todavía hay muchos cobardes que no han aprendido a gestionar sus miserias de otra forma que no sea agredir a quienes ellos consideran ser mas débiles. No saben que la vida nos ha hecho más fuertes.
Felicidades, fue un acto muy valiente, por tu parte y por la del otro chico, y jamás te sientas rechazado y violentado por gente tan infeliz que tiene que descargar sus frustraciones en los demás. Un abrazo
Ese que te insulto no tiene la valentia de salir del armario y vivir su sexualidad sana y plenamente. Unavez acepte que tambien le gustan los hombres sera más feliz y dejara de insultar al progimo.